La gran manzana ahogada por el estado.

La cuna de la Libertad, que supuestamente ilumina al mundo, hoy, es secuestrada nuevamente por el estatismo, y justamente donde se supone que sería el bastión de la lucha por su defensa; la ciudad de Nueva York.

Para nadie es un secreto que el desarrollo de plataformas tecnológicas, ha venido a crear nuevos negocios y oportunidades para las personas, y que supuestamente, los representantes de dichas personas, son los encargados de vigilar que dichas libertades individuales sean respetadas por el resto, incluido el propio gobierno de la gente (o al menos algo así, se supone dicen las constituciones).

Una de estas plataformas, AIRBNB, logro democratizar el acceso al mercado de las rentas hoteleras a los ciudadanos comunes y corrientes, al permitirles arrendar por periodos cortos, ya sea su propiedad completa, o una parte de ella, a terceros. Por otro lado, ha permitido abaratar los costos de hacer turismo, sobre todo a los más jóvenes, quienes lo hacen con menos comodidades y presupuestos más humildes.

Sin embargo, el Estado una vez más la hace, a partir de septiembre de 2024, la gran manzana implementó la ley Local N° 18, por la cual obliga a los propietarios de la ciudad, que quieran usar la plataforma, a, entre otras cosas: inscribirse en un registro municipal de usuarios de dicha plataforma; a vivir en la casa durante el tiempo que dure el arriendo, que este no supere el plazo de 30 días, y a recibir como máximo 2 personas por propiedad. El resultado; las reservas por AIRBNB, bajaron más de un 80%, y subieron en un porcentaje los valores de las rentas de hoteles de dicha ciudad.

Una vez más, pierde el ciudadano común y corriente. El Estado que juró protegerlo de los abusos de los más adinerados, y de los gobernantes de turno, lo somete, le impide utilizar su propia propiedad, para generar sus propios recursos, y defiende los intereses de grandes empresarios, estorbando el libre y espontáneo desarrollo de la economía. En conclusión, una vez más, asistimos a la tragedia del particular, que es vilipendiado en nombre de supuestas razones de intereses superiores al suyo, los cuales, obviamente, son inexistentes. La única realidad, es el perjuicio cierto al ciudadano honesto que no es capaz de defenderse frente a este horrible Leviatán.

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