EL PRECIO DE LA LIBERTAD, TUS DECICIONES, TU DESTINO

Imagina a un hombre de 25 años, vibrante de vida, pero atrapado en un ciclo de excesos. Cada cigarrillo, cada trago, cada bocado de comida chatarra, es una elección. Una elección que resuena en su cuerpo, en su salud, en su futuro.

La libertad, esa palabra que nos eriza la piel, no es un camino de rosas. Es la espada de doble filo de la responsabilidad. Cada decisión que tomamos, cada paso que damos, moldea nuestro destino. Y a veces, ese destino duele.

¿Es justo que el resto de la comunidad cargue con las consecuencias de las elecciones de este hombre? ¿Que el aparato estatal, alimentado por el sudor de otros, diluya su responsabilidad?

La PNL nos enseña que las palabras crean realidades. Cuando decimos «todos somos responsables», diluimos la individualidad, la capacidad de elección, el poder de cambiar.

La verdad es cruda, pero liberadora: tus decisiones te definen. Si eliges el camino del exceso, asume las consecuencias. No le pidas al Estado que te rescate, que te proteja de ti mismo.

La libertad duele, sí. Pero es un dolor que nos hace crecer, que nos recuerda que somos dueños de nuestro destino. Es el precio que pagamos por ser libres, por ser individuos, por ser humanos.

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